Domingo 3 de Junio de 2018, Reus (Tarragona) V Edición de la Polar Gran Fondo “LA MUSSARA” a la que llevaba 4 años queriendo acudir y por unos motivos u otros me había resultado imposible, pero no en este 2018 y conseguí ser de la partida.

El sábado nos juntamos a las 3 de la tarde para emprender camino con la “zugafurgo” hacia Reus donde nos esperarían los amigos del Canfranero de ZBC para recoger dorsales y ojear lo que la feria ofrece. Algunos de ellos ya me han confirmado que vendrán a Pozalmuro y extenderán su buen rollo y simpatía allá por donde van.
Después de dar un paseo por la feria, comprobar lo finos que estamos y bien que nos queda el maillot obligado uso para la marcha, hacemos la foto de grupo y deseamos suerte para la lluviosa jornada que se prevé al día siguiente. Volvemos a la furgo y nos dirigimos al Margalejo’s Beach Resort de Salou donde cenaremos y descansaremos antes de la batalla.


5:00 suena el despertador, abrimos el ojo, tenemos sueño, es domingo, pero… ¡ARRIBA! Desayunamos, ultimamos preparativos y a cargar bicis para acudir al punto de encuentro. Allí nos damos cuenta y verificamos que las previsiones metereológicas no mentían y nos íbamos a mojar de inicio. Nos acabamos de vestir, crema calentadora, crema de sol (por si acaso), aceite, chubasquero no, manguitos no, 24 grados nos esperan con humedad, comprobamos comida, geles, foto de grupo y al cajón de salida.


Allí nos juntamos los 5 que habíamos pensado ir juntos toda la marcha: Pepe (jefe de ruta), Nacho (fuerza y clase belga), Myriam (voladora sin límites y líder de la grupeta), Samuel (el inteligente cuñadísimo) y yo (un pozalmureño por el mundo). Antes de salir pudimos ver a nuestros amigos Lucho (que venía a ganar), Pablo, Diego Tamayo y JR en el cajón inicial de salida dispuestos a darse de palos con los invitados por la organización Haimar Zubeldia, Oscar Pereiro, Claudia Galicia y Chema Martinez entre otros.
Nosotros salíamos del segundo cajón 5 minutos después en una buena maniobra de la organización para evitar los nervios de salida, embudos y prisas iniciales de los 8000 participantes que allí nos dimos cita para completar los 3 recorridos planteados por la organización. Sin duda esta salida escalonada fue de gran ayuda y aportó tranquilidad porque el suelo estaba mojado y aun sin ir deprisa las ruedas resbalaban en la pintura de las innumerables rotondas y pasos de cebra que nos encontramos cruzando Reus.

Una vez salidos del casco urbano cogemos ritmo y formación para afrontar el primer puerto del día. Preciosa la subida a “La Mussara”, sin duda entiendo porque le da nombre a esta prueba, me encantó. Tuvimos oportunidad de pasar a todo un ganador del Tour de Francia como Oscar Pereiro, con quien intercambiamos unas palabras de cariño y afecto.
Allí el ritmo que nos imponían Pepe y Nacho fue muy alto, Samuel hizo la goma unos kms hasta que se soltó sabiendo lo que faltaba por delante, sin duda el movimiento más inteligente del día. Yo aguanté y sufrí, había venido a comprobar mi estado de forma para el próximo 23 de Junio y tenía la firme convicción de buscar mi sitio en este día. Mi sueño y ganas de montar en bici es por acompañar y ayudar a mi amiga Myriam, ella es superior en las subidas (pesa la mitad que yo), pero sufre en el llano y bajadas donde mi peso y palanca son poderosas así que desde hace unos años es lo que me gusta hacer cuando pedaleo con ella, ayudarle a pesar de mis limitaciones. En definitiva, lo que he me enseñan en Zarabici, el sacrificio del ciclismo al servicio de otros, trabajo de equipo.
En estos primeros kilómetros coincidí con el olvegueño David Carrera del Bikes Moncayo de Tarazona (Zaragoza) y le prometí sacarlo guapo en mis fotos de la II Edición del DESAFÍO VALHONDO by Clínica PODIUM. Poco después fue cuando percibí que se nos había juntado un bilbaíno, Iñaki, quien nos acompañó durante muchos kilómetros de la marcha tirando de nosotros, un ejemplo de clase y generosidad de la escuela vasca sobre la bicicleta. ¡SUERTE ALLÁ DONDE PEDALÉES!

Después de este primer puerto, de entidad, comenzó el sube baja, territorio Rompepiernas, pero no en las Altas 5 Villas Aragonesas, un perfil aserrado en el que fue imposible coger ritmo y en el que había que gastar tanto hacia arriba como hacia abajo. No nos la jugábamos en los descensos, habíamos venido a entrenar pensando en Quebrantahuesos, no podíamos tirar al suelo el entreno de estos meses atrás y las ganas de hacer un buen papel en Sabiñánigo por culpa de la incómoda lluvia que había en el suelo.

Así pues fuimos devorando kilómetros en los que poco a poco iba perdiendo comba de Myriam, se me estaba yendo, ella volaba como los ángeles a rueda de Pepe y Nacho y solo lograba conectar en las bajadas donde le ayudaba en lo que podía. Así llegamos hasta el nuevo “Mama Por” que sustituía al famoso “No Ploris Nen” y allí fue donde entregué mi alma y reventé con la firme idea de allanar las rampas del 18% que la organización tuvo la amabilidad de ponernos, bajo mi punto de vista, innecesariamente.
Voy a argumentarlo, porque no es baladí ya que puedo llegar a entender las rampas imposibles en los grandes días de ciclismo, ya sea en Giro, Tour o Vuelta, pero con vallas en las cunetas, aficionados desgañitándose llevándote en volandas y un helicóptero retransmitiendo en directo aunque no creo que allí esté el espectáculo del ciclismo profesional. Ahora bien, ¿en nuestro caso? ¿Quién es capaz de disfrutar allí? Sentado era imposible subir ya que la rueda delantera se levantaba y de pie podías aguantar un rato el esfuerzo, resbalando con la lluvia, pero no es excusa para ese día porque en un día en seco tampoco lo compro. Es decir, creo que en el kilómetro 130 de una marcha de 190 era más que evitable porque nadie disfrutaba de aquel espectáculo dantesco en el que ciclistas en buena o mala forma se retorcían sobre sus bicicletas, o andando, tirados por las cunetas, calambres, etc. Lo que fuera para sobrepasar esa gratuita tortura y repito, completamente innecesaria para una marcha que aspira a base de talonario y grandes patrocinadores a que seamos capaces de “escribir la leyenda”.
No quiero desanimar a nadie de ir a conocer o repetir en La Mussara, porque sin duda tiene muy buen ambiente, avituallamientos nutridos, gran número de voluntarios en las cunetas, y en los pueblos animándonos, a pesar de la lluvia que caía. Es una prueba bonita, yo no disfruté de los paisajes debido a las condiciones climatológicas, pero sí que todo el mundo habla de ello y lo bonito de esta marcha por las carreteras que transcurre.
Hasta el último avituallamiento en el alto de Mussara pené y sufrí todo, se me derrumbó el mundo, mi cabeza dejó de dar pedales durante 20 kilómetros, pero allí tuve a Pepe Barbany, sólo él y yo sabemos lo que allí pasó y allí se quedará. Nacho había tirado para adelante con Myriam y completar un entrenamiento perfecto, pero Pepe, gran deportista y mejor persona supo que su sitio era conmigo, que necesitaba su compañía y ánimos.
Una vez coronado nos lanzamos abajo de la Mussara por el mismo sitio que habíamos subido para aguantar el chaparrón que estaba cayendo y quitarles las pegatinas a todos aquellos que me habían pasado subiendo. En ese momento supe que esos 20 kilómetros no importaban, por muchos minutos que se fueran en el crono, eran insignificantes después de otros 170 memorables de esfuerzo y pundonor por el objetivo de hacer la Quebrantahuesos con Myriam. No sé si lo conseguiré, pero seguro lo intentaré.
Otro aspecto que me pareció modificable de esta marcha, creo que lo han intentado corregir y que la organización tiene las manos atadas por DGT y es el de atravesar Reus al empezar y acabar la marcha. La salida es pronto y escalonada por lo que no genera mucho peligro, pero para la meta cortan el tiempo nada más entrar en el casco urbano, bien, pero de ahí son 11 kilómetros hasta la Fira, sede de la prueba. 11 kilómetros con las calles abiertas, sin policía que regule el tráfico, 11 kilómetros por los que pasan 8000 ciclistas, un reguero de personas en bicicleta tras muchos kilómetros y que de repente se encuentran en medio de una ciudad con tráfico abierto, coches cruzados en las rotontas, otros que pasan sin el metro y medio de seguridad, y si a eso le sumas la lluvia… ¡PELIGRO!
Una vez llegamos a la feria y cruzamos la línea “no oficial” de meta fuimos rápido a la furgo a cambiarnos de ropa, secarnos y fuimos, antes de comer, a recoger nuestra gorra y zapatillas de “finisher”. Preciosos ambos detalles y significativos de esta marcha. Allí en la mesa pudimos contarnos, junto a los “canfraneros” las sensaciones, anécdotas, aventurillas y demás chascarrillos que a todos los ciclistas nos gusta compartir tras una buena marcha ciclista.

Para finalizar esta crónica sobre mi paso por la POLAR Gran Fondo “La Mussara” diré que volveré en el futuro porque quiero volver a enfundarme un maillot rosa y subir ese precioso puerto que da nombre a la prueba con él.